Los niños se asustaron y rápidamente intentaron echarse la culpa el uno al otro, ya que se acercaba la fiesta de fin de cursos y sin duda el castigo del culpable sería no ir a la deseada fiesta donde irían Valentina y María, los grandes amores de Peter y Paul.
Ellos sabían que de no llegar a un acuerdo, ambos serían culpables. Debían asegurarse que las niñas no le dijeran a sus madres que habían sido ellos, así que intentaron negociar con ellas:
-"Por favor, es el baile de fin de cursos, no podemos faltar"- Dijo Paul.
-"Si quieren nuestro silencio, ya saben lo que queremos" - Dijo Ceci con una cara de maldad pura. Las dos sabían que estaban en una situación de ventaja y no podían perder esa oportunidad.
Peter y Paul se voltearon a ver con cara de derrota, pero estaban dispuestos a lo que sea, había que ir al festival.
Pronto se encontraban Peter y Paul vestidos como pequeñas niñas de 10 años, con unos vestidos que sus hermanas eligieron para ellos, así como su respectivo maquillaje. Mientras las risas abundantes de las niñas se escuchaban por toda la casa, los niños rogaban por piedad.
-"¡Por favor! no nos hagan esto, ¡es demasiado!" - suplicaban los dos al unisono.
-"¿No podemos solamente darnos la mano?"- insistió Peter.
-NO. Deben cerrar los ojos, tomarse de las manos y darse un generoso beso. No hay opción.
Segundos después, Paul se acercó a Peter y lo tomó de las manos, ambos cerraron los ojos y se dieron un beso que duró varios segundos, mientras las niñas lloraban de la risa. De repente... FLASH!! una fotografía captó ese momento.
La reacción de sorpresa de los niños los puso pálidos en menos de un segundo.
-"Listo, ¿será momento de divertirnos un rato con nuestras señoritas?" - preguntó Renata a Cecilia.
-"Eso creo, a menos que los niños quieran que Valentina y María vean que sus compañeros son unos mariquitas"