domingo, 17 de febrero de 2019

La primera lección (por Any)

Hola a todos, soy Mateo, un joven de 17 años, vivo con mi madre Vanesa y mi hermana Paulina, mi padre nos abandonó hace ya más de 10 años. Desde entonces, mi madre ha tratado de sacarnos adelante a mi hermana Paulina, quien tiene 20 años, y a mí. La verdad es que económicamente no tenemos ningún problema, sin embargo, para mi madre ha sido difícil educar a un varón, así como para mí estar en un ambiente con puras mujeres.
El problema comenzó hace algunos meses, cuando comencé a ser más grosero con mi mamá y Paulina, por lo que mi madre, siendo siempre alguien extremadamente sobre protectora, y a la vez con un fuerte carácter, decidió tomar medidas sobre mi falta de comportamiento.
Era un domingo, cerca del mediodía, nos preparábamos para salir a comer, mi hermana se había terminado de arreglar y traía una falda rosa que le llegaba a la mitad de los muslos, para mí eso no era relevante, no le dí mayor importancia. Una vez en la calle, a mi hermana se le levantó ligeramente la falda debido a una fuerte corriente de viento que pasó repentinamente, pero fue suficiente para que yo pudiera verle los calzones, por lo que comencé a reírme en fuerte y hacerle burla, haciendo comentarios que también molestaron a mi madre, sin embargo, sólo me dijo que llegando a la casa me daría una buena lección.
Llegando de comer del restaurante, entramos a la casa. Lo primero que me dijo mi madre fue que fuera directamente a su cuarto, su tono de voz parecía mas severo, por lo que lo mejor era seguir sus instrucciones. Mi hermana callada nos acompañaba, curiosa por saber mi castigo.
Una vez ahí, me dijo que estaba furiosa, que era un inmaduro y que no podía seguir molestando a mi hermana y sintiéndome superior sólo por ser físicamente más fuerte que ella. Que era algo que sólo hacen las pequeñas niñas entre ellas.
-Así que si te gusta tanto molestar a tu hermana, no veo problema en que ahora Paulina se divierta un poco contigo.- Exclamó mi madre, mientras Paulina miraba ansiosa desde la puerta.
-No entiendo a qué te refieres mamá. Además, yo no tengo la culpa de que  Paulina ande enseñando los chones.- Dije en un tono burlón.
-"SUFICIENTE!!"- Me interrumpió mi madre. "Creo que es hora de que se inviertan los papeles, vamos al cuarto de Paulina a ponerte unos bonitos calzones y una falda corta, para que aprendas a comportarte como señorita.
Inmediatamente me jaló de la oreja mientras yo me quejaba diciendo que estaba tonta, cosa que sólo la enfureció más. Una vez allí, mi madre me puso sobre sus piernas y me dio tantas nalgadas diciéndome que dejara de fastidiar. Después de una larga lucha por escapar de las nalgadas de mi mamá ( no me daba nalgadas desde los 10 años) me rendí. Mi hermana veía todo y no aguantaba la risa de verme sometido siendo nalgueado por mi mamá.
-"Paulina, abre tu cajón de ropa interior y elige los calzones que tu quieras para que Any, tu nueva hermana menor, pueda ponérselos." -Dijo mi madre, mientras un sometido Mateo resbalaba sus primeras lagrimas.
Mi hermana rápidamente abrió su gaveta de ropa interior, y comenzó a buscar los calzones más femeninos que tuviera. Pronto sacó unos calzones blancos con un corazón rosa en la parte trasera y lacitos en las orillas de las piernas,con una enorme sonrisa se los entregó a mi madre, quien inmediatamente me ordeno que me los pusiera frente a ellas. Me desvestí tratando de cubrirme, pero era inevitable, vieron mi trasero rojo mientras me cubría el frente. Me puse los calzones, cosa que provocó muchas risas en ellas. Pasó tiempo hasta que dejaron de reírse, hasta que Paulina dijo "Any está muy apenada, pero no te preocupes, te pondremos un vestido y te enseñaremos a sentarte como una verdadera señorita, así los chicos no sabrán qué calzones estás usando." Eso solo me puso más rojo de la cara, mientras me terminaban de poner un vestido amarillo que mi hermana usaba a los 15 o 16 años. Efectivamente, me quedaba chico, apenas y me cubría los muslos y sentía que en cualquier momento mostraría mis ridículos calzones de niña.
Sin más, me llevaron a la sala, donde me obligaron a cruzar la pierna y sentarme como se debía, y permanecí vestido así durante toda la tarde, mientras Paulina aprovechaba mi inexperiencia y poses "poco femeninas" para verme los calzones frecuentmente. Yo, amenazado en que si no cooperaba estaría más tiempo vestido así, debía realmente caer en el papel de Any, siendo una pequeña señorita. Mi madre y mi hermana me veían con cara de quien ha hecho un buen trabajo. Luego, antes de cambiarme, le fue permitido a mi hermana nalguearme con una cuchara de madera hasta que pidiera perdón por mi comportamiento.
Finalmente, con el trasero más rojo que un tomate, pude cambiarme, pero mi mamá me dejó muy en claro que si mi comportamiento no mejoraba, Any volvería muy pronto.
Por supuesto, ahora mi hermana aprovecharía la mínima oportunidad para verme otra vez usando calzones, y como era de esperar, Any no tardó en regresar....


                                                                                       Saludos, Any.